En la habitual cena que
tenemos en Punta Umbría durante el verano surgió esta idea, que en su momento
nos pareció estupenda, pero una vez realizada nos quedamos cortos, fue
realmente genial. Como Juanma trabaja en la bodega de su familia le propuse
organizar una cata de sus vinos para mi tertulia y ese día ampliaríamos el
grupo a su concuñado Álvaro y cía. Con varias semanas de anticipación fijamos
la fecha, reservé la cocina del Aero y nos pusimos manos a la obra.
No sólo queríamos
organizar una cata sino que cada vino maridara con algún acompañamiento que lo potenciara.
Así que, siguiendo los consejos de Juan Manuel Martín-Hidalgo fuimos perfilando
la cata de diferentes vinos de la bodega Emilio Hidalgo. Para ello contamos con la inestimable ayuda de Antonio Rodríguez Vacas
que contactó con distribuidores para conseguir buenas piezas de las ricas
vituallas con las que teníamos pensado “casar” con cada vino.
Las bodegas de Emilio Hidalgo, con 150 años a sus espaldas, es una bodega familiar del Marco
de Jerez, cuyos propietarios, entre los que se cuenta Juanma en su quinta
generación, quieren potenciar sus vinos de manera diferente, su ventaja
diferencial es la calidad de sus caldos, su proceso de elaboración y por tanto,
el tiempo que están en las barricas antes de su embotellamiento, y eso tiene su
precio.
Al inicio de la cata, en
la que contamos con el siempre inestimable apoyo de los empleados del club,
estábamos presentes escasamente la mitad de los convocados; por parte de la
Tertulia Pablo, Ramón, Alberto, José Luis, Monchu y un servidor; y por parte
del grupo de Antonio, Álvaro, Quino y Carlos. Y no me olvido del tocayo. El
primer vino era Hidalgo, su fino más “comercial”,
en sus propias palabras. Lo acompañamos con aceitunas, almendritas y queso,
todo ello para hacer boca mientras esperábamos la presencia de otros
comensales. Cuando nos servían La Panesa,
el fino especial, hicieron acto de presencia Nicolás, Juan, Manolo, Salvador,
Tulio y José Aurelio. Si te lo sirven sin saberlo, sólo por la apariencia
piensas que es un fino “remontao”. Simplemente es otro tipo de vino, su crianza no es de semanas o meses sino de años, otro nivel.
Se acompañó con anchoas y mejillones, ambos de gran calidad, sobre todo las
anchoas. Y a continuación el amontillado, El Tresillo, que me encantó y del que también
disfrutaron Enrique, Presidente del club, Perico, Jaime, Salvi. Este caldo lo
acompañamos con mojama, vaya mojama de atún de la casa HERPAC, de Barbate. Todo
un disfrute y más si quien lo explica es Juanma, que con su pasión te contagia
y te convence.
Nos quedaba el oloroso, Villapanés, otro vinazo, qué suavidad tras su largo período de maduración y envejecimiento. Me encantó. En esta ocasión lo maridamos con unos
tacos de jamón. Algunos volvían a un vino anterior o repetían. Todos
disfrutamos con los vinos de Jerez, de origen palomino, y con el ambiente que existía entre los dos
grupos. Una vez finalizada la cata llegó la hora de comer no sin aplaudir
fuertemente a nuestro bodeguero. En ese momento Presidente del club, como es
tradición, nos invitó a sumarnos a su brindis por España y por el Rey.
Mientras los chefs
remataban la comida, dimos cuenta de un queso emmental, que como todos los
quesos denominación de origen Suiza no tienen lactosa (ya lo sabéis) y que
Antonio había traído gentilmente. Quien quiso acompañar la comida con fino así
lo hizo y otros decidieron disfrutar de un vino joven de Carmelo Rodero, tinto
diferente que con más crianza puede ser un gran vino.
Hasta ahora iba todo sobre ruedas pero la cata había terminado y se había avisado que el que quisiera se podía quedar a comer y como se esperaba no había cosa mejor que hacer. ¡Todos a comer!
Se estrenaba como chef
Ramón que nos guisó unos riñones al jerez…ante el escepticismo general ya que el
personal no sabía de sus dotes culinarias. En este caso ya los había probado un
día en su casa y sabía que le saldrían muy bien como así fue, lo que constituyó
una grata sorpresa. Casi cuatro kilos de riñones y dimos buena cuenta de ellos.
Y nos quedaba el plato principal. El Chef Beká llevaba desde las 12 de la
mañana con las pochas, sí, pochas con chistorras, ese era el plato principal.
Había que ver las caritas de alegría de los comensales cuando saboreaban en su
boca esta fina verdura. Deliciosas.
A los postres, surtidito
de tocino de cielo, tarta de chocolate y tarta de Santiago que algunos
acompañaron con café. Y, como siempre, se inició la sobremesa con un largo
clinquineo, esta vez en la barra del club, que duró hasta que gentilmente nos
invitaron a marcharnos ya que era la hora de su cierre. Memorable día,
inolvidable, gran éxito fueron las expresiones más repetidas por lo que se
repetirá en el futuro y daremos debida cuenta en este blog.
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